jueves, 21 de octubre de 2010

LOS POEMAS

Llegan, como llega una revelación;

jamás por el deseo.

Suelen ser buenos o malos,

como los buenos o malos presagios.

A veces, son el regalo secreto de algún dios,

las hojas mojadas de un árbol pensativo

que el tiempo ha ido guardando tras

la puerta.

Casi siempre, se refugian en mí

como silicios extenuados.

Son las ramas soñadoras de un árbol,

que golpea la ventana con la melodía secreta

del amor.

O son sombras de otras sombras,

cautivos duendes de azul cobalto,

que van agarradas de la mano en soledad.

Los poemas son un lugar olvidado

en la penumbra.

La madre que todavía duerme en el viejo

papel,

como el rastro de la tinta de un río cansado.

Son las hojas reveladoras de los días

y las noches.

Yo casi nunca recojo sus hojas secas;

trato de olvidarme de esas páginas;

porque me gusta escuchar la ráfaga del viento

en su quejido

después el canto de la lluvia.

Pero casi nunca encuentro esos poemas;

ellos me encuentran a mí.

Largas jornadas han formado ese libro

de un árbol pensativo

que enturbia a cada instante mi soledad.


Manuel Ruano


1 comentario:

Alicia M. Dellepiane dijo...

"el adjetivo, cuando no da vida,mata" y tu forma de adjetivar es un fluido vital.
Con todo mi amor:
Alicia