jueves, 5 de mayo de 2011

Adiós a un grande de la literatura Argentina

Con el novelista Ernesto Sábato (Bs.As. 1911-2011)
en su casa y ante sus cuadros. (Foto Fernando Altschul)

El escritor de Santos Lugares estaba muy ligado al grupo
al que yo pertenecía, El escarabajo de oro, por los años sesenta.
Pero tuve la hermosa oportunidad de conocerlo más íntimamente
en casa de la que fuera secretaria de Pablo Neruda, Margarita Aguirre,
en una cena íntima en la que me confió algunas de sus investigaciones
acerca de la brujería en Buenos Aires, como anticipo de su última novela:
Abaddón el exterminador
.

En Venezuela escribí un texto acerca de eso, que se publicó en la
revista española Cuadernos Hispanoamericanos, en un número
homenaje al escritor que recibiera el Premio Cervantes de Literatura.
Más tarde, cuando llegó la democracia a la Argentina, le hice un
extenso reportaje para el diario Últimas Noticias de Caracas.
El mismo se publicó en El Espectador de Bogotá y en El Hipocampo de Lima,
precisamente en el año 1986.

Tuvimos, también, una amistad epistolar
que me llena de orgullo y cariño con ese maestro entrañable de
las letras nacionales. Y, además, tuve la suerte de conocer sus pinturas. Un
gesto suyo que será imborrable en mi memoria.
Este es mi humilde homenaje al amigo, al intelectual y al escritor de aquel
maravilloso libro: Sobre héroes y tumbas.


miércoles, 4 de mayo de 2011

El envenenador de Londres


THOMAS GRIFFITHS WAINENWRIGTH

Las ancianas y la turba de lectores

De periódicos se satisfacen con cualquier

Cosa, con tal de que sea bastante sanguinaria.

Thomas De Quincey

Un envenenador es una especie rara de ingeniero de almas,

que acorta el camino de los sueños como si fueran cables de alta

/tensión.

(En el buen sentido de la palabra, el envenenador ama el verbo

/llorar.)

Traza vías rápidas para alcanzar el dominio de los dioses.

A lo menos, es un apreciable conocedor de la gama de azules

/índicos,

que asume un papel de sacerdote bonachón y alegre,

Para los líquidos compuestos del mal, en un jardín inesperado

/de angelotes dormidos.

El envenenador no cuenta sus pasiones. Tampoco elige el

/arrepentimiento.

Sabe maniatar la desidia con la paciencia de un oficiante secreto.

Es buena condición para él saber escribir una carta de cortesía

que no llegará nunca al domicilio correcto.

(Según deja entrever Oscar Wilde de su pluma.)

¡Son tan bellas las variedades de cristalitos de nuez vómica india!

Cuando se escribe sobre el veneno –las infinitas variedades

/del veneno-,

entre la miserabilidad humana y sus encendidas pasiones,

que a veces resultan repugnantes,

no queda otra cosa más adecuada que destilar las

/argumentaciones

como líquidos entintados y dañinos en frasquitos de la noche.

Jamás dejará huellas del triunfo antes de que lo invada el llanto

/y lo arruine todo

(en el mejor sentido de la palabra, claro está),

que contenga el verbo llorar como una bandera flamante…


Manuel Ruano

(tomado del libro Los Cantos del Gran ensalmador,

Monte Ávila Editores, Caracas, 2005)

martes, 3 de mayo de 2011


Un poema de Gabriel Zaid




ALABANDO SU MANERA DE HACERLO


¡Qué bien se hace contigo, vida mía!

Muchas mujeres lo hacen bien
pero ninguna como tú.

La Sulamita, en la gloria,
se asoma a verte hacerlo.

Y yo le digo que no,
que nos deje, que ya lo escribiré.

Pero si lo escribiese
te volverías legendaria.

Y no creo en la poesía autobiográfica
ni me conviene hacerte propaganda.



(Tomado de Poesía amorosa latinoamericana,
Biblioteca Ayacucho, Colección Claves de América,
pág.110, Caracas, Venezuela, 1995)