lunes, 2 de marzo de 2009

De película


BOGART










A Humphrey Bogart
jamás se le hubiera ocurrido
ser un espectador
de mi propia vida;
porque a Humphrey Bogart,
que era un duro de los cuarenta,
que jamás conoció los destellos
de estas estrellas increíbles
de South América,
que no tienen los sueños
de la Paramount
ni piensa en tecnicolor,
jamás se le hubiera ocurrido
saber nada de mí.
que estoy en el límite
contra la gran pared;
porque a Humphrey Bogart,
jamás se le hubiera ocurrido
saber nada de la historia
de esta parte del mundo,
donde se golpea más duro
que en cualquier película
de gángster de Chicago
o de cualquier suburbio
de New York City.


A Humphrey Bogart,
no se le puede decir:
“Oye Bogie, qué tal
te parece este crujir de huesos,
qué tal te suenan
estos ojos destrozados
como vidrios de parabrisas
de tanto ver y sentir,
contra esta gran pared
que significa ser
una fiera acorralada,
que recibe golpes todos los días,
que siempre cae, cae, cae,
que siempre se ahoga en su peso,
que siempre se pisotea,
y que nunca, nunca, podrá decir:
Oye Bogie,
eres un tipo fenomenal,
que apenas si sonríe
y se lleva todo por delante.
Oye Bogie,
qué te parece tanta muerte
en esta South América bestial,
con sus hermosas estrellitas,
donde nunca se te hubiera
ocurrido habitar,
ni aún para una gran premier...
Oye, Bogie,
jamás permitas eso,
de que me duela la cabeza siempre,
de que me duela el corazón siempre,
y hoy más que ayer,
de que me duelan estos brazos
que no sirven para golpear,
de que me corten la lengua
que no quiere mentir...
Oye, Bogie,
no dejes que me acorralen
como ahora en este callejón
de la Muerte
de todos los días,
donde se arrastra el alma,
y Humphrey Bogart existe..

Oye, Bogie,
no dejes que me quiten los sueños... »

(1976)

(De Concertina de los rústicos y los esplendorosos,
El perro y la rana, Caracas, 2008)

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