MI TÍO SE FUE CONVIRTIENDO EN PÁJARO
Yo
tenía un tío que era amaestrador de pájaros. Más bien, se parecía
a un pájaro. Se la pasaba siempre pesando los alpistes y las hojitas
de lechuga. Pero su conversación con los pájaros variaba en las
tonadas, en el silbido o en la repetición de una palabra. Cada
silbido, es cierto, era una ración de semillas que pesaba tanto como
las palabras.
Cuando
ponía su rostro junto a la jaula de los pájaros, me revelaba sus
pensamientos. Creo que ese monólogo de los trapecios me indujo a más
de un ritmo interior en mi aventura imaginaria. Así podría jurarlo.
Y el tío se iba convirtiendo, poco a poco, en un pájaro. Hasta que
un día lo vi comer alpiste. Y creo que se voló, desapareciendo del
mundo de los vivos con alas de canario.
En
cambio, este servidor, estaba hambriento de palabras; pero se quedó
en tierra. Porque cada palabra es como una fruta y las frutas no
vuelan...
---oo0oo---
(Texto
Seleccionado para la Antología
La Aventura
de mi vida
del Premio
Letras con Arte, España, 2015)
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