Fueron hallados los restos de Miguel de Cervantes Saavedra
miércoles, 18 de marzo de 2015
miércoles, 11 de marzo de 2015
Poema de Rigoberto Paredes
Rigoberto Paredes nació en Honduras en 1948
y falleció en el 2015, en la misma ciudad.
ENTRE NOS
Debajo
de tu falda
se
oyen ruidos extraños
algo
se mueve allí
entre
tus piernas
como
sombra en el monte
Se
ven ciertas señales de vida en tus adentros
(conchas
algas espuma y mensajes de náufragos a salvo)
toda
esa tierna herencia de las altas mareas
un
viento favorable
desordena
el secreto follaje de tu cuerpo
y a
veces pareciera
que
hace buen tiempo
en
los alrededores de tu cama
tengo
la sana intención
de
aclarar esas dudas
una
noche de estas
(De Fuego lento. Antología
personal)
martes, 3 de marzo de 2015
Poesía bélica norteamericana
TREN MILITAR
Por Carl Shapiro
La ciudad se detiene. Nos saludan
obreros:
sonríen, levantando brazos sucios de
aceite.
Como en el circo, alborotan los niños.
Los hombres de negocios siguen, muy
satisfechos,
sus caminos de siempre, mientras en los
umbrales
tranquilos las mujeres parecen
advertirnos
con sus gestos más lentos,
como si el llanto que empaña la guerra
pudiera disolver nuestras armas de
acero
con su dulce deseo.
Como fruta del mundo, arracimados
colgamos todos de la cornucopia,
estrechamente unidos, y nuestros
rostros lanzan
a las calles rechiflas y rápidas
miradas.
Se quiebra una botella en las traviesas
que huyen,
y los ojos que siguen a una dama rosada
se estiran como cintas de caucho y
aguijonean
la sed de nuestras bocas,
que desean el largo trago de agua de un
beso.
Y atravesamos días, continentes
tronchados.
Cautelosos y adustos y ligeramente
ebrios,
marchamos adelante, nosotros, los
mediocres
hijos de la ocasión y de las
circunstancias,
cuyos cascos resuenan en los muros
vacíos
en donde los cadáveres de sacos y
mochilas
se retuercen al lado de fusiles
que a nada se asemejan.
La distancia, abrochada, aprieta
nuestros hombros
y se mantienen firmes.
He aquí un mazo de naipes. Que el
tallador me dé
la suerte: un par de triunfos,
una racha de flux y la sota de un ojo.
Los oros y las copas son rojos; las
espadas
son negras. Las espadas son espadas
y los bastos son tréboles, tréboles
también negros.
¡Oh déjame ganar los recuerdos de
paz!
Lo que pido es, por cierto, razonable y
lógico.
El destino viaja, y no todos regresan.
Los trenes nos conducen a los barcos,
los barcos
conducen a la muerte o a otros trenes,
y los trenes también conducen a la
muerte,
o a camiones que llevan a la muerte,
o a la marcha que lleva a la muerte
también,
o quizás a nuestra única esperanza:
sobrevivir. La muerte regresa a los
camiones,
a los trenes y barcos,
pero la vida lleva a la marcha, ¡oh
bandera!,
lleva al lugar
en donde la vida halla su sitio
más allá de los trenes, más allá de
la muerte;
la refulgente noche de los pueblos
al final de la guerra.
Baltimore, 1913. Nueva York, 2000
(Tomado
de Antología de la poesía norteamericana,
de
Agustí Bartra, Plaza &Janés, S.A., Editores,
Barcelona,
España, 1974.)
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