Hablar de Edgar Alan Poe es nombrar la literatura, desde su fibra más intensa. Ninguna de las pasiones humanas ha escapado a su pluma. Cuando se lee un texto como “La carta robada” la erudición, mezclada con la sutileza descriptiva del alma humana, nos sorprende y nos obliga a seguir esa secuencia de las miradas que “dicen lo que quieren callar”. En el cuento de “El corazón delator” es el desarrollo del relato lo que va produciendo esa extrañeza espeluznante, con la mirada aterradora del viejo, que no es otra que la propia mirada que aterra, acecha y enloquece hasta el acto criminal que, aparentemente, apacigua el horror primero. Se puede observar con qué maestría Poe diferencia la vista de la mirada, con la linterna que ilumina en la oscuridad, sin ser vista. En esta frase “¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos?” se explica con mayor precisión que en muchos libros de psiquiatría cierta lógica que rige en algunos actos humanos. La fantasía del cuerpo fragmentado se muestra en todo su esplendor, con todo detalle y sigilo. Hasta que, finalmente, la pulsión escópica vuelve a aparece en la culpa inconsciente que no le permite ocultar su crimen: tiene que mostrarlo a la justicia; de lo contrario su propio corazón estallaría, en ese latido insoportable que lo invade “¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!”
Nace en Buenos Aires (Barrio porteño de Saavedra),Argentina, en 1943. Perteneció a la revista El escarabajo de oro. Ha publicado: Los gestos interiores (1969); Según las reglas (1972); Son esas piedras vivientes (1982); Yo creía en el Adivinador orfebre (1983); Mirada de Brueghel (1990);Hypnos (1995); Los Cantos del Gran Ensalmador (2005) y Concertina de los rústicos y los esplendorosos (2007). También es autor de: Poesía Nueva Latinoamericana (1981); Cantos australes (1995); Obra poética de Olga Orozco (2000); Poesía amorosa latinoamericana (1995); Crónicas de Poeta (1996);Cartas del destierro y otras orfandades (2006), entre otros. Recibió Premios Nacionales e internacionales, entre los que figura el Primer Gran Premio Internacional de Poesía de Habla Hispana. En 1992 fue Director fundador de la revista Quevedo en la ciudad de Lima, Perú. De su poesía ha dicho el poeta surrealista chileno Alberto Baeza Flores: "Aquí está la confluencia del barroquismo hispanoamericano y la aventura expresiva de la poesía más moderna, más actual, más de exploraciones. Manuel Ruano reúne estos ríos neorrealistas mágicos y los unifica en su expresión poética."
1 comentario:
EL CORAZÓN DELATOR
Hablar de Edgar Alan Poe es nombrar la literatura, desde su fibra más intensa. Ninguna de las pasiones humanas ha escapado a su pluma.
Cuando se lee un texto como “La carta robada” la erudición, mezclada con la sutileza descriptiva del alma humana, nos sorprende y nos obliga a seguir esa secuencia de las miradas que “dicen lo que quieren callar”.
En el cuento de “El corazón delator” es el desarrollo del relato lo que va produciendo esa extrañeza espeluznante, con la mirada aterradora del viejo, que no es otra que la propia mirada que aterra, acecha y enloquece hasta el acto criminal que, aparentemente, apacigua el horror primero. Se puede observar con qué maestría Poe diferencia la vista de la mirada, con la linterna que ilumina en la oscuridad, sin ser vista.
En esta frase “¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos?” se explica con mayor precisión que en muchos libros de psiquiatría cierta lógica que rige en algunos actos humanos.
La fantasía del cuerpo fragmentado se muestra en todo su esplendor, con todo detalle y sigilo.
Hasta que, finalmente, la pulsión escópica vuelve a aparece en la culpa inconsciente que no le permite ocultar su crimen: tiene que mostrarlo a la justicia; de lo contrario su propio corazón estallaría, en ese latido insoportable que lo invade “¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!”
Alicia Marta Dellepiane
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