H Y P N O S
Por Edda Piaggio
No en balde “HYPNOS” es hijo de la Noche y hermano de Thanatos, la muerte. Por algo Manuel Ruano eligió ese nombre para su libro.
Titular es tarea harto difícil. El mundo de todo hombre se desenvuelve en contradicciones y nostalgias y no se puede admitir la virulencia de un relámpago, el pensamiento rápido para documentar muchas páginas. Caracterizar lo esencial es obra de la poesía. Y aquí tenemos este libro como conciencia de un creador que no se acerca a ninguna fórmula superficial que siga la moda y coloque al lector en disonancia con sus consignas más íntimas.
Yo conocí a Manuel Ruano en Rosario, en un noviembre lejano en un encuentro literario al que ambos habíamos sido invitados y me regaló su libro “HYPNOS” publicado en 1995 por Gabrielle Editores (LIMA).
Por aquel entonces Manuel Ruano ya llevaba editados muchos opus en Argentina – donde él nació – y en muchos otros países latinoamericanos. Supe también que había sido galardonado con cantidad de premios internacionales pero a eso le resté – y le sigo restando – importancia. Fue cuando después de un tiempo caí en sus páginas y con asombro adiviné su intensidad extraordinaria.
Cada poema comienza con un largo párrafo en mayúscula que sirve de energía y desarrollo a una fila de ideas y metáforas ligadas como brasas en un lenguaje especial.
Son sentencias, son fundamentos. El vocablo sale a luz trabajosamente como elemento de misterio que sale a la vida.
Eligió para una de sus piezas un acápite de Georg Trakl, el austríaco nacido en 1887, tan preferido por Ernesto Sábato: “Deja que ebria de vino caiga la cabeza en el arroyo”.
Allí Ruano comienza su poema diciendo
COMO EN LAS FRÍAS ESTACIONES DE LOS PÁJARO DE LA ILUSION
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Afuera, está el jardín con la madre muerta.
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Los frutos del árbol de la soledad
dan las flores más tristes este año.
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y nadie de la casa piensa severamente
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Son como inválidas criaturas sin gloria
que deambulan por el pasado
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Sus manifestaciones continúan dentro de ese clima como continúa el aire bajo los cielos quietos de arbustos y ramas.
En lo que me es personal, pocas veces me abandono a un poemario. La experiencia ya tan larga y el escenario de dudas y razón me lo han impedido. Pero hoy escribo para dignificar una existencia y despreciar la trivialidad del signo. Menciono su nombre para que lo recuerden y sepan unirse a su poesía. Y para que todo aquel que se siente solo oiga cuando Manuel le dice: “yo escucho tu voz como si fuera el mar”.
Edda Piaggio
Montevideo, Uruguay, 1928. Escritora y poeta. Autora de, entre otros, los libros de poemas: Llanuras rituales (1972); Ciruelo rojo (1982); Las rejas del alba (1989); Cirios (1991); Pasos (2000).Algunas de sus obras poéticas fueron musicalizadas en composiciones para soprano y orquesta.
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