lunes, 25 de mayo de 2009

De los amores perdidos (II)


LA MUJER QUE SE HA AMADO



La mujer que se ha amado se redime en el
/ocaso.
Se volaron sus plumas en el cementerio fantástico
/de su expiación.
La mujer que se ha amado,
suscita los mares de magnesios redivivos,
que se excitan con la luna entre corales monstruosos
/y un cielo añil.
Porque ella es como un cuaderno escolar,
donde se guardan los besos memorables
y los crepúsculos indescriptibles.
Quedan para siempre cifrados en el papel,
en un escenario de barcos abandonados,
entre el agua y la brea del resentimiento.

Porque esa mujer que se ha amado,
convoca los recuerdos y los vientos eternos
/de la voluptuosidad,
como entran a la estación de llegada
los cargados trenes de la eternidad,
con sus locomotoras pitando hacia la muerte.

En cierta forma, esa mujer que se ha amado,
es el árbol de las reivindicaciones intransferibles
/de los remordimientos,
en los que se han cantado los versos de la soledad
/infinita,
en el que se han soplado las hojas más intensas
/de la piedad,
cuando la tierra amada ha sido invadida
/por el desastre.

Toda mano que alguna vez haya acariciado esa piel
/puede reconocer la noche.
Tal vez, porque allí se han dado cita los resplandores
/y los naufragios del mundo,
cuando del corazón se pierde como un pájaro lleno
/de nocturnidad.
Tengo la impresión que aquella mujer que se
/ha amado,
recoge en su memoria lo que ha quedado de ti.
Porque es la partida de nacimiento de tu alma,
/cuando el alma toda perece.
Y más aún, es el paraíso de la resurrección
/de un ceremonial
olvidado en el vino que reposó en tu boca.
Es el agravio de una boca, que todavía quema
/en tu recuerdo.
Porque en esa mujer que se ha amado, se anuda
/en las horas vividas,
como instantes de hoteles silenciosos, de alientos
/irredentos
que vienen de la profundidad de un viejo cráter.
(Como el lento cucharón de la ternura
que remueve ese caldo espeso del ayer).


-Señor, que escribes cartas de amor y amas
con el ardor de un cuerpo que se dulcifica,
recuerda que algún día esa mujer que es parte de ti,
puede ser la mujer que se haya amado en el andén
/de las imágenes muertas.
Y para ese cuaderno, ella será una fotografía
/que encontró su camino.

Sin embargo, tú, serás siempre el ser despiadado
/que arruinó su vida...





3 comentarios:

Alicia M. Dellepiane dijo...

¡Ah... Manuel! parece que en este poema has captado el eterno femenino como queja de lo imposible y el eterno masculino como consternación frente a esos seres incomprensibles para ustedes: nosotras, las mujeres.
Me divirtió mucho,gracias:
Alicia

Alicia M. Dellepiane dijo...

¡Ah... Manuel! Parece que en este poema has captado el eterno femenino como queja delos imposible y el eterno masculino como consternación frente a esos seres incomprensibles para ustedes: nosotras, las mujeres.
Me divirtió mucho, gracias:
Alicia

Mónica Angelino dijo...

como entran a la estación de llegada
los cargados trenes de la eternidad,
con sus locomotoras pitando hacia la muerte.

Qué imagen fantástica!!!

Por favor, pobres victimas!!! jajjjajaj