miércoles, 4 de febrero de 2009







SI UN CUERPO AMADO, AMADO ES


Si un cuerpo amado, amado es,
más allá de toda ausencia,
bien está que sus pechos se despojen
de su corpiño celestial como del pecado;
bien está que sus nalgas aprendan a ser libres
/ya para siempre, y se desprendan de toda serenidad.
Allí encontrará su destino
como una flor en el desierto.
Y bien está que sus cabellos caigan milagrosos,
como una cascada repentina sobre la almohada,
para que piadoso se redima
en el archipiélago de la noche.

O mejor aún,
que el cuerpo amado, amado sea,
como el campo sin Señor ni Rey
en el que hay que jugarse el honor;
como Palas Atenea en la contienda de Aquiles,
o la partitura silenciosa del adiós.
Allí donde los ángeles beben su vino azul.

O mejor todavía,
que el cuerpo amado, amado sea,
más allá de toda ausencia,
en el jolgorio de la piel
con sus nibelungos fatales,
y sin otra historia que los envenenamientos
/sutiles.

Es decir,
como si fuera su filmación incomparable.
Bien está que el cuerpo se solace
como un fabuloso animal a lo largo de la sábana,
en los juegos terrenales del amor.
Auspiciado sea el aliento
donde los labios son puertos desamparados,
llenos de gaviotas
que una vez más se consumen en el retorno.
Porque si un cuerpo amado, amado es,
más allá de toda ausencia,
bien está que sólo se oiga tu canto, Hypnos,
como un resplandor detrás del postigo
/entrecerrado,
que despierta a la gallina de los huevos de oro.
¿Qué fundidor de metales oirá tu canto?

Bien está que los cuerpos sean caballos contrariados
que se relamen en sus floraciones
y en sus honduras,
que se reflejen como estampas vivas
en un espejo antiguo de imaginero medieval.
Como congrios, como perlas descubiertas.
Así soplan los vientos de tu canto.

O en el mejor de los casos,
un cuerpo amado, amado es,
como un barco que naufraga en la Bahía Perdida,
cargado de frutos de presencias nocturnas
/de un árbol siempre verde.

Porque ese cuerpo se redime en su respiración
/de toda culpa.
Tal como pregonan las bocas de la impetuosidad.

(De Hypnos, Gabrielle editores, Lima, Perú, 1995)

No hay comentarios: