Poema inédito de Don Francisco de Quevedo
La nave que surcando el Ponto pasa
ligera y fuerte como viento y peña,
el bravo mar con ocasión pequeña
rompe, sorbe, deshace, ahoga, arrasa.
La ciudad fuerte o respetada casa
que de tratar las nubes se desdeña,
con breve curso el Tiempo nos la enseña
rota, humilde, asolada, yerma y rasa.
La ignorancia mortal que se alimenta
de bárbara ambición y se presume
potente, firme, estable, altiva, osada,
baje la rueda, reconozca y sienta
que en un punto la muerte la resume
en humo, en polvo, en viento, en sombra, en nada.
(Tomado de la Orden Literaria de Francisco de Quevedo)